Como Director del Departamento de Ingeniería Metalúrgica de la Facultad de Ingeniería, quiero invitarlas e invitarlos a conocer parte de nuestra historia.
Buenos días a todas y todos.
Es un honor poder compartir estas palabras en nombre de quienes hoy nos graduamos. Sé que este es un momento significativo para muchas y muchos de nosotros: una mezcla de orgullo, emoción… y también de asombro. Porque llegar hasta aquí no ha sido fácil, y mirar hacia atrás nos hace dimensionar todo lo que vivimos.
Entré al Departamento el año 2016, sin tener muy claro en qué consistía la carrera. De hecho, no tenía ni idea. Fue una casualidad y un salto al vacío. Entré siendo una persona más bien introvertida y callada, pero en este lugar encontré el espacio y el tiempo para crecer a mi ritmo, para descubrir lo que me gustaba y lo que quería hacer. Poco a poco fui encontrando sentido en lo que hacíamos. Y esa carrera que llegó casi por accidente… terminó por convertirse en algo que me apasiona. Hoy no me imagino haciendo otra cosa que no sea esto: estudiar los materiales, entender cómo se transforman, y de paso, contribuir al país. A lo largo de estos años tuve la oportunidad, y también el desafío, de recorrer casi todos los caminos que ofrece el Departamento: partí en la carrera de Ingeniería de Ejecución en Metalurgia, luego continué en Ingeniería Civil, seguí con el Magíster, y hoy estoy en el segundo año del Doctorado. Ha sido un viaje largo, pero profundamente enriquecedor y gratificante.
Cada etapa me dejó algo distinto. Aprendí en la sala con el profe Linton, en las salidas a terreno con Don Tuca, en los laboratorios con Roberto, pero, sobre todo, aprendí de las personas. De los profesores que confiaron cuando uno apenas confiaba en sí mismo. De los compañeros que se transformaron en amigos y en redes de apoyo. De quienes están aquí, celebrando, y también de quienes no pudieron llegar hoy, pero fueron parte importante del camino. Gracias a toda esa formación, he tenido la oportunidad de representar a nuestra comunidad en el extranjero: de presentar mi investigación en conferencias internacionales, de trabajar en laboratorios, de conocer otros enfoques, otras culturas. Y aunque he estado en lugares donde las universidades tienen más recursos o mayor infraestructura, sinceramente, nunca me he sentido menos preparado. Porque lo que tenemos acá no es menor. Puede que no siempre contemos con el último equipo o el mayor financiamiento, pero tenemos algo que vale más: el capital humano. Profesores comprometidos, estudiantes motivados que se esfuerzan sin descanso, y una comunidad que empuja hacia adelante. Cada viaje me ha enseñado a valorar aún más lo que somos como universidad y como país. No estamos tan lejos. Y desde esta vereda, desde la ciencia, la ingeniería, la educación pública, nosotros podemos contribuir a construir un Chile mejor.
Somos parte de una generación que enfrenta desafíos enormes: crisis climática, transformación energética, revoluciones tecnológicas. Pero también somos una generación con la capacidad y la oportunidad de repensar el mundo. Y ojalá no dejemos pasar esa oportunidad. Ojalá tengamos el coraje de cuestionar lo establecido, de no conformarnos con el típico “siempre se ha hecho así”. Que nos atrevamos a proponer, a innovar, a buscar soluciones distintas a problemas que siguen ahí. Que no perdamos nunca la curiosidad ni la capacidad de imaginar algo mejor. Porque los cambios importantes no siempre vienen de quienes gritan más fuerte, sino de quienes se atreven a mirar las cosas desde otro ángulo.
En las semanas previas a esta ceremonia, conversé con varios excompañeros y excompañeras, quise escuchar lo que esta etapa significó para ustedes, con sus alegrías, sus frustraciones, sus aprendizajes. Porque este discurso no es solo mío, sino de todos quienes pasamos por aquí. Algo que se repitió mucho fue el cariño y orgullo por lo que hemos vivido… pero también el deseo genuino de que algunas cosas mejoren. Que haya más espacios de escucha, que la exigencia no nos haga olvidar que somos personas, y que la formación sea rigurosa pero también humana. La necesidad de una enseñanza más conectada con la realidad laboral: con mayor foco en la resolución práctica de problemas, y un acercamiento a herramientas que serán fundamentales en el futuro, como la estadística, el análisis de datos, la inteligencia artificial o los recursos computacionales. Porque, aunque a veces intentemos postergarlo el avance tecnológico nos va a alcanzar igual, y es necesario que nos preparemos para eso. Dicho esto, quiero decir que yo, al menos, puedo dar fe de que en el Departamento ya se están haciendo cambios para avanzar en estos temas. Así que quienes vienen detrás pueden estar tranquilos: sus voces son escuchadas, y hay voluntad de hacer que esto mejore, para todos y todas.
También se destacó algo muy importante: la cercanía y disposición del cuerpo docente. Si uno muestra interés, siempre existe la oportunidad de involucrarse más, especialmente en los laboratorios. Basta con acercarse a un profesor, plantear una inquietud o una idea, y muchas veces eso abre la puerta a participar en tareas reales, a integrarse a grupos de trabajo o a colaborar en investigaciones. Incluso ir a hacer una consulta termina muchas veces en una conversación extensa y enriquecedora, donde se compartían experiencias, consejos y conocimientos que uno no habría tenido a la mano de otra forma. Esa apertura, esa voluntad de enseñar más allá del contenido del ramo, es algo muy valorado.
Algo que varios me comentaron fue el ambiente de compañerismo. La disposición a compartir apuntes, materiales, el papeo de algún ramo, o simplemente una buena conversación antes de una prueba. Aquí nadie se guarda el conocimiento. Porque sabemos que avanzar juntos siempre es más fácil que competir entre nosotros.
Y si hay algo que no faltó nunca, fueron los chismes, tanto de profesores como de alumnos. Siempre hay algo con lo que entretenerse. Porque, aunque no lo digamos en voz alta, todos sabemos que las paredes del Departamento tienen oídos.
Algunos seguirán investigando, otros entrarán de lleno a la industria, otros quizás emprendan, enseñen o busquen algo completamente distinto. Habrá quienes trabajen simplemente para tener un ingreso que les permita disfrutar lo que más les gusta fuera del trabajo. Y todas estas opciones son válidas. No hay un camino mejor que otro. Lo importante es que sea un camino que nos permita vivir con tranquilidad, con sentido y, sobre todo, con felicidad. Porque al final, eso es lo que realmente importa. Y esa es otra reflexión que quiero compartir: no siempre hay que tener todo claro desde el inicio. A veces basta con dar el paso. El propósito, la vocación, el camino… se van revelando con el tiempo. Hoy, mirando hacia atrás, la verdad es que no me arrepiento de nada. Porque si cambiara, aunque sea una sola cosa, quizás no estaría aquí. Y este es exactamente el lugar donde quiero estar.
Quiero cerrar agradeciendo. A mi familia, que ha sido mi motor constante. Esto no sería posible sin ustedes. A todos los profesores del Departamento, por compartir su conocimiento, su tiempo y su vocación. A quienes nos exigieron, nos escucharon y también nos entendieron en los momentos difíciles. A mis amigos, amigas, compañeros y compañeras, que hicieron de este camino algo compartido y no solitario. A mi profesor guía, Felipe Castro, quien me enseñó que no hay que saberlo todo para comenzar, pero sí tener ganas, responsabilidad y motivación. Al profesor Schulz, que sigue enseñando con la misma pasión que cuando comenzó... su compromiso con la educación, su amor por la metalurgia, y su forma de enseñarnos a pensar y entender las cosas antes que a memorizar, son un ejemplo que me inspira profundamente. A Jeannette, Don Jose, Isa, Valeska, Hernán y las tías del aseo, por todo lo que hacen día a día para que este lugar funcione, y por las conversaciones, los saludos, los gestos que tantas veces hacen la diferencia. A la profe Vero y a Claudio, del laboratorio de metalografía, por tenerme paciencia todos esos días que me quedaba hasta más tarde, o cuando llegaba a molestarlos para pedir ayuda. A Diego, Patricia y Luciano, compañeros de laboratorio y de camino. Gracias por su compañía, por los consejos, por las conversaciones, y por estar ahí, en las buenas y en las malas. A Francisca, con quien di el paso desde Ejecución a Civil. Compartimos momentos muy difíciles, pero siempre supe que, aunque costara, lo íbamos a lograr. Recuerdo que en algún punto te dije algo así como: "no te vas a dar ni cuenta y nos vamos a estar graduando". Y aquí estamos.
Y a este Departamento, que me recibió sin saber quién era, y terminó siendo mi casa.
Colegas, les digo que vayamos a nuestras casas con la alegría sana de la victoria alcanzada. El futuro es prometedor. Felicidades a todos y a todas. Muchas gracias.